MI OBRA MAESTRA.LA MOMIA ARGENTINA DEL SIGLO XX. BIOGRAFIA DE KATSUSABURO MIYAMOTO, EL DOCTOR QUE EMBALSAMO A SU MUJER
Es un gran libro, uno "excéntrico", esto es, fuera del anillo de la fordiana construcción literaria. En primer lugar, hay un fluido uso del lenguaje, desde la primera a la última letra. El trabajo de documentación es formidable y cimienta tanto la recreación de viejos "Rosarios" como algunas excursiones exquisitas. Hay datos que tienen en sí mismos una fuerte carga semántica, como la persecución a la hormona auxesina, o las hipótesis del vulgo sobre qué era en realidad lo que se llamaba "el cuerpo de Eva". Durante algunos pasajes, es pura literatura, y también lo son ciertos fragmentos e incrustaciones. La excentricidad del libro toca cumbres en la ambigüedad de la señora Kuji, o en el misterio sobre la fórmula de Miyamoto, borgeanamente cedida a una sola persona. Y poesía de la buena: "Pudo ver florecer las azaleas en el monte Fuji".
Rodolfo Walsh dividía a los lectores de novelas policiales en dos clases: los activos, que tratan de encontrar la solución antes de que la dé el autor, y los pasivos, que se conforman con seguir el relato como quien pasea. Hay libros que, al terminarlos, el lector comprende que debían ser escritos. Éste es uno de ellos.