VIDA DE JUAN MANUEL DE ROSAS
Ningún personaje hispanoamericano, salvo, quizá, Bolívar, ha apasionado tanto como Rosas a los pueblos que descienden de España. Hubo un momento en que, a juicio de medio continente, él representó su libertad y sus derechos. Más aún, se le consideró en ese momento como la conciencia de América. En Europa fue discutido como aquí: alabado por unos y denigrado por otros. Entre nosotros, Juan Manuel de Rosas es un tema de actualidad desde hace ciento veinte años. Puede afirmarse que hoy es el único tema histórico de actualidad. Se le exalta a Rosas y se le condena, con igual furia por ambas partes. Se invoca al patriotismo para defenderlo, como se lo invoca para atacarlo. Sin exageración, puede afirmarse que el nombre de Rosas divide al país en dos grandes bandos enemigos (...) Existe un ansia por saber la verdad. Muchos argentinos se preguntan: ¿por qué se excluye de nuestra historia a aquel de quien dijo San Martín que la contienda que sostenía contra Francia o Inglaterra era "de tanta trascendencia como la de la emancipación de la España"? ¿Por qué ese odio "oficial" a Rosas? Creo absolutamente necesario que los argentinos empiecen a comprender a Rosas, porque Rosas es el más serio problema que nos divide. Pero "comprender" no significa "amar", ni siquiera "admirar". Comprender a Rosas significa reconocer que gobernó en épocas absolutamente anormales; que careció de los recursos más indispensables por causa de los bloqueos de nuestro único puerto y de la guerras que él no provocó; y que defendió a la patria con talento, tenacidad, habilidad y patriotismo. Manuel Gálvez, 1940.