GENTE QUE HABLA DORMIDA. PEQUEÑOS ROBOS A LA LUZ DE LA LUNA. EL LORO QUE PODIA ADIVINAR EL FUTURO. EL ASESINO DE CHANCHOS
«Cada uno de sus libros es, para mí, un acontecimiento».
Mariana Enriquez
Variados en sus tramas, de un estilo poderoso, claro y simple, estos tres libros de cuentos se pliegan, se abren y desencriptan eso que llamamos realidad: las calles de los pueblos y los caminos del campo; el aburrimiento; las conductas esperadas y las inimaginables. Sus personajes -domesticados por el trabajo, la escuela, las liturgias masculinas, la familia o las mujeres- resisten, se afanan ante el aburrimiento con el sexo o el ocio, todas formas del dejarse estar. O rebelarse.
La magistral prosa de Luciano Lamberti se afirma en el detalle íntimo hasta volverlo augurio de lo extraordinario. Lírico en las descripciones, increíblemente sutil en el registro de los diálogos, de un humor filoso, el autor de Gente que habla dormida -que incluye el inédito Pequeños robos a la luz de la luna y los inhallables El asesino de chanchos y El loro que podía adivinar el futuro- se manifiesta como un creador omnipotente y benévolo, un comediante lúcido y un observador sagaz.
La crítica ha dicho...
«Con macabra ironía, Lamberti sintoniza las pesadillas de la pampa gringa y vuelve literal la idea de pueblo chico, infierno grande. Sus personajes se deslizan casi sin advertirlo hacia la crueldad, el desvarío, las frustraciones que se transforman en delirio. Son cuentos de terror y mueven el piso, pero también son muestras de lo que el terror puede hacer en estas mentes sumergidas en el aburrimiento, los rumores, los prejuicios y la rutina».
Federico Falco
«No solo es inteligente para armar una historia, Luciano Lamberti también es sensible y salvaje, como la literatura que nos gusta leer y vivir. O bueno, tal vez no tanto vivir».
Mariano Quirós
«La -por ahora- trilogía de El asesino, El loro y La casa de los eucaliptus condensa, con sus diferencias de estilo y recursos, un cúmulo de historias tan nacionales como a Borges le gustaría, es decir, historias universales».
Sebastián Rodríguez Mora, Crisis
«Ahí están sus personajes, envueltos en penas sentimentales sin remedio, viviendo como parásitos de sus familias disfuncionales, y sabiendo que cuando el sol salga al día siguiente nada habrá cambiado».
Maximiliano Tomas