MAPAS
Resulta fácil confiar en las tramas de Gabriel Bellomo, como si la soltura y la elegancia con que trabaja los detalles ínfimos ?estilísticos, íntimos? fueran requisitos de lectura imprescindibles. En Mapas, la insinuación geográfica modifica nuestra idea de lo sencillo y lo directo desproporcionadamente, casi sin proponérselo. Aunque nos convendría mantener distancia en lo que a las intenciones del autor se refiere: los actos de escritura traicionan nuestras reservas de ambivalencia conceptual, la exponen con pesar. Tras una sobriedad augusta, que se niega a confundir metáforas con servicios de distracciones y alegorismos ?no algoritmos? con cesiones arbitrarias de beneplácito, las narraciones de este perseguidor de lo exacto que no se detiene ante lo indefinido son curiosamente perfectas. Por eso Bellomo no se ocupa ?y sí de enfatizarlo? de las vaguedades predominantes, del aturdimiento y la somnolencia que ensombrece el lugar común con su quietud impugnadora; por eso la perfección no es un resultado sino un recurso con el que podemos contar para seguir explorando.