Así como la ciencia del siglo XX se cultivó y desarrollo en laboratorios blancos e impolutos, el gran aporte de los científicos del siglo XIX fue el compromiso con la materia estudiada, una ingente fogosidad, el desinterés material y la tozuda confianza en los propios principios. En este sentido, el trabajo de los hermanos Ameghino --con Florentino a la cabeza-, constituye una curiosa, sentida y apasionante muestra de 14 aventuras del pensamiento, y de las fortalezas y por qué no, las debilidades humanas.
Este libro, surgido de la profusa correspondencia entre ambos hermanos (Florentino en Buenos Aires, desarrollando sus ideas; y Carlos en la Patagonia, siguiendo el rastro que mandaba la intuición de su hermano mayor), es un claro ejemplo de cómo la pasión por el conocimiento se inmiscuye en la más pedestre cotidianidad; cómo la tiñe y la condiciona. Reseñas de la Patagonia, que condensa algunos de esos escritos epistolares, constituye un legado tan sensible y profundo como los millares de restos, fósiles que hoy asombran en los museos y que llegaron a ellos tras una larga, esforzada, y muchas veces no reconocida, tarea a la que los Ameghino, y gran parte de sus familias, apostaron la vida.